En algunas ocasiones la justicia ha sido
relacionada con la venganza al señalarse, como una consecuencia lógica, que
aquella persona que infringe la ley deberá recibir un castigo. En ningún campo
del derecho es más evidente esta dicotomía que en el derecho penal, en el que generalmente la víctima o sus familiares suelen pedir “que se haga justicia” cuando
en realidad lo que buscan es que el responsable sufra en igual o mayor medida
de lo que sufrió el sujeto pasivo del delito.
Lamentablemente, en el sistema de justicia mexicano,
muchas veces quien comete el crimen no es la persona que purga la pena. El
sistema, regularmente, no suele buscar “quien la hizo sino
quien la pague” por lo que la investigación se basa en detenciones ilegales y tortura
para conseguir que la persona se autoincrimine y confiese hechos que no
cometió, basta como ejemplo los múltiples informes sobre la situación de los
derechos humanos en México presentados por las organizaciones de la sociedad
civil nacionales e internacionales y el informe del Relator Especial de
Naciones Unidas sobre la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o
degradantes, Juan E. Méndez, derivado de su visita a México en 2014.
En ese sistema corrupto, de la justicia solo
queda el nombre, porque únicamente multiplica los actos injustos, entonces resulta
más perverso pensar que la víctima u ofendido del delito sienta satisfecha su petición,
porque realmente sabe que la justicia es muy difícil de conseguir en México, motivo
por el cual muchas ocasiones prefiere ni siquiera intentarlo.
En relación con lo anterior, me surge una
pregunta ¿puede existir una sociedad sin justicia? Podrían presentarse dos
escenarios, el primero en un caso más extremo que el mexicano, donde la
justicia se haya dejado de buscar porque otros valores banales como el dinero,
el poder y la riqueza se han impuesto sobre ella; allí la justicia no sería el único
valor abandonado sino que existiría una pérdida de los valores morales que
sustentan la sociedad misma y sería muy complicado recuperar el camino.
El segundo supuesto, sería muy contrario al
anterior, una sociedad en esencia justa, donde no fuera necesario recurrir a un
tercero para resolver conflictos y las propias personas, conforme a su fuero interno,
fueran capaces de evitar injusticias y/o resarcirlas de inmediato cuando
ocurrieran.
Entonces es posible que exista una justicia
no frente a los demás, sino en relación con la misma persona en su fuero
interno. La cultura oriental reconoce la existencia del karma, que es
simplemente la consecuencia de las acciones, el realizar acciones buenas trae consecuencias
positivas y las acciones malas negativas, ambas trascienden, dependiendo su grado,
en esta vida o en la subsecuente. Si las personas fuésemos más honestas con
nosotros mismos, aceptáramos nuestros errores y procuramos ambicionar menos, sería
posible una sociedad más justa e igualitaria que repercutiría en beneficio de
todos.
En mi opinión la justicia no debe asimilarse
como venganza, todo debe tener una justa proporción, muchas veces los delitos
son cometidos por personas que han sido excluidas de la sociedad y que nunca
han tenido la oportunidad de integrarse a ella, sin duda el nuevo sistema acusatorio
penal, que cuenta con otros fundamentos diferentes que el inquisitorio, cuenta
con difíciles obstáculos que saltar, que ojalá no replique las fallas del sistema anterior.
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