domingo, 15 de febrero de 2015

La justicia en la antigüedad

La justicia como valor es objetiva y se ha mantenido como un  concepto abstracto a través del tiempo, sin embargo, junto con la humanidad ha sufrido diversas apreciaciones a través del tiempo, de tal suerte que resulta diferente las situaciones que consideramos justas hoy en día de aquellas que los habitantes más antiguos de diversas civilizaciones. Por ejemplo, para los aztecas era justo convertir en esclavos a los enemigos que capturaban en las guerras, mientras que para los romanos el hecho de ser hijo de una esclava era razón suficiente para que también se fuese esclavo. La esclavitud significaba que la vida de una persona, llamada esclavo, pertenecía a su amo, pudiendo éste explotar su trabajo e inclusive matarlo, una situación que a la luz de los derechos humanos constituye una seria vulneración a la dignidad de la persona.

Una de las formas más antiguas de justicia, a la que Aristóteles le niega esa categoría (2000: 63), es la famosa Ley del Talión, identificada por la frase “ojo por ojo y diente por diente”, que más bien era una forma de venganza privada, a través de la cual un grupo familiar resarcía el daño causado a uno de sus integrantes dañando en la misma forma y medida a una persona del otro grupo, generalmente al causante del daño original. No obstante, en lugar de solucionar el conflicto podía llevar a una cadena interminable de venganzas y enemistades, de allí la frase de Gandhi “Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego”.

En épocas posteriores, la justicia empezó a ser impartida por una tercera persona, ya no por el mismo afectado o por un familiar suyo. La institucionalización de la justicia se consolidó en manos de la iglesia que imponía una penitencia o castigo a la persona que confesaba haber cometido algún mal y después de la secularización del Estado, fue impartida por funcionarios públicos llamados jueces.

La mayoría de las ocasiones coinciden las acciones reprobadas por la iglesia  como por el Estado, empero, conforme este último ganó terreno a la religión se van generando nuevas leyes que incluso pueden contradecir el mandato religioso, por ejemplo la despenalización del aborto, que permite que la mujer decida conforme su propia conciencia y convicción religiosa sobre su propio cuerpo, o al contrario la prohibición de la bigamia que ciertos grupos religiosos permitían.

Esta diferenciación trae más preguntas que respuestas ¿Las leyes son justas per se? ¿El legislador puede ser injusto? ¿El juez puede ser objetivo o aplica su criterio subjetivo y sus creencias religiosas al resolver un caso en concreto? ¿El respeto a los derechos humanos implica siempre inclinar la balanza hacia una de las partes? ¿La justicia institucionalizada puede llegar a ser contraria al valor justicia? ¿La justicia solo tiene lugar cuando hay un conflicto? ¿Es posible ser justo desde el punto de vista laico pero realizar una injusticia desde el punto de vista religioso? Estas y otras preguntas no pueden ser resueltas fácilmente sino que deben analizarse cada caso en particular y atendiendo a las circunstancias que les dieron origen.            

Bibliografía
Aristóteles, 2000, Ética nicomaquea, México, Porrúa.

Ortega y Gasset, José, 2004, Introducción a una estimativa: ¿Qué son los valores?, Madrid, Encuentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario